El lago solitario de Araceli, Sherri y Silvia

                                                        El lago solitario

 Cuando llegué no podía creer lo que veían mis ojos. El lago estaba solitario y sin vida, parecía como si hubiese pasado un huracán y arrasado con todo. Me senté en la primera piedra que encontré, y sentí como si algo me hubiera jalado hacia la piedra, como si necesitara de mi compañía. El agua carecía de movimiento y tenia un color verde oscuro, llena de piedras mohosas y una capa de hojas podridas que habían caído de los arboles. Ala horilla de el lago solo se veían hileras de basura cochambrosa, como si a nadie le importara el estado de aquel lago, estaba en un estado terrible.

Los animales solían pasearse por el lago cuando llegue.  Pude ver como unos pájaros negros  esqueléticos luchaban por la escasa comida del lugar. Una tortuga solitaria e inmóvil arriba de una piedra parecía como si estuviera muerta.  Una serpiente negra paseaba en el agua creando ondas con su cuerpo largo y delgado, parecía tener en su rostro una misión mortal. Presentí que mi presencia no fue bien recibida. Todos los animales se escondieron después de unos minutos de mi llegada.  Pude ver las siluetas de sus esqueletos que se escapaban como fantasmas entre el agua y los arboles.  Levante los ojos hacia el cielo y vi que el cielo era brumoso, lleno de nubes negras que cubrían los rayos del sol, parecía como si la lluvia se acercara, haciendo que el lugar se viera oscuro y triste.  Después de muchas horas de estar en ese lugar, sentí un agotamiento por el calor y la humedad del clima.  Sentí como si me faltaba aire para respirar y seguir viviendo.   

Al final del día, camine toda la horilla del lago para buscar un lugar donde pasar la noche. Llegue a una casa abandonada y abrí las puertas de par en par. Me di cuenta que los muebles de la casa estaban desvencijados y las paredes llenas de telarañas por el abandono. El ruido de las ramas secas de los arboles se escuchaban por toda la casa. Recorrí cada cuarto de la casa, pero todos parecían solitarios, estaban sucios y olían como a perro muerto.  Como no había un lugar mejor, pase la noche en ese lugar abandonado. Al despertar, después de pasar una noche larga y fría, sentí mi cuerpo adolorido como si alguien me hubiese golpeado toda noche.  Al amanecer, salí del lugar sin tener que despedirme de nadie, y me aleje a un rumbo desconocido.